Al comenzar el día, al salir de casa, al comenzar el trabajo o los estudios, o simplente antes de comer, entregarle desde las cosas grandes hasta las más sencillas.
Entregarle a lo mejor tus problemas, lo que te molesta, lo que te disgusta, entregarle las cosas malas que te pasan a lo mejor tu enfermedad, o simplemente tu dolor de cabeza.
Y me diras, para qué? Para así santificar tu día, al entregarle algo al Señor le decimos, es tuyo, en tus manos está, para que TU me guíes, para que TÚ me digas que hacer, porque el se preocupa de nosotros de lo bueno y lo malo y si a lo mejor permite que algo no salga como esperabamos es porque cuando las cosas mejoren quiere demostrar a los demas por medio tuyo como Él puede, porque acaso no se preocupa por sus más pequeños? y esos somos para Él sus más pequeños.
Entregemosle hasta lo mas sencillo, y creo yo lo más importante es que después de la acción de Dios poder dar testimonio de su amor y de su poder y de como pude El actuar en ti, en tu vida.
Desde mucho antes, y más desde que está en el Seminario, cada vez que escuchamos al Hermano Luis Alberto, o que leemos sus e-mails, sus reflexiones, sus mensajes, sus meditaciones, sus lecciones de vida, oír o leer esas palabras cargadas de espiritualidad y de fe, son capaces de arrancar en nosotros una sonrisa de esperanza, un brillo en los ojos, nos hace renacer, transmite un calor en el corazón, unas lágrimas de alegría o un gran sentimiento de fe viva.
miércoles, 3 de febrero de 2010
Entregarle al Señor las cosas
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