Hoy, miércoles de ceniza se inicia un bello tiempo litúrgico para la Iglesia, para todos aquellos que somos cristianos, un tiempo de penitencia, de conversión, de preparación.
Y comenzaré estas pequeñas palabras, que hoy me atrevo a escribir, citando una parte del Evangelio: En aquellos días, dijo Jesús: "¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, pues sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera parecen bonitos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia!" Mt 23, 27.
Sé que este no es el típico Evangelio de Cuaresma, ni el propio del miércoles de ceniza que nos llama a la penitencia, limosna y ayuna, pero lo escogí por una razón sencilla, porque choca conmigo.
Cuantas veces he sido un fariseo, un hipócrita, que exteriormente se muestra perfecto, él cumple la ley, los mandamientos, da su ofrenda en el templo, realiza sus oraciones, en otras palabras, cuantas veces he sido un bello sepulcro blanqueado por fuera, pero, como estoy realmente por dentro. Este, hermanos, es el tiempo idóneo para recapacitar, analizar como estoy llevando mi vida cristiana, como he decidido ser, realmente, un seguidor de Cristo, si quiere ser un fariseo moderno, o realmente otro Cristo.
Ser fariseo es lo más sencillo, y es en lo que tú y yo podemos estar cayendo, en conformarnos con lo mínimo, en actuar bien, pero no para gloria de Dios, sino para mi vanagloria. Hermano, llego el momento de despertar, date cuenta, tú y yo somos llamados a algo especial, a ser Santos, a ser OTROS CRISTOS, basta ya de hipocresías, basta ya de tibiezas, basta ya de conformismo.
Yo te invito a que en este tiempo de penitencia, de cuaresma, de CONVERSIÓN, te decidas a ser lo que ya eres, y no sea sólo un bonito título, cristiano, hermano ser cristiano significa ser SEGUIDOR DE CRISTO, tu no sigues a cualquiera, sigue a aquel que es Dios, que es tu Dios, que dio su vida simplemente porque te ama, llegó el momento de actuar, de cambiar, de buscar ser cada día otros Cristos, de buscar ser Santos, santo hermano, no es cosa de curitas y monjitas, santo es cosa de locos, de valientes, de gente que realmente se anima a querer ser como Jesús, aquel que no busca que lo quieran, sino querer, aquel que no busca que lo comprendan sino amar.
Cuaresma se caracteriza de tres cosas, ayuno, limosna y penitencia, esto se resume en una conversión, conversión radical de forma de pensar, de actuar, de amar. Ya no podemos seguir viviendo conformándonos con lo mismo, con nuestra rutina de siempre, vivir sin aquello que le dé sentido eficaz a nuestra vida. Cuantas veces más seguiremos así, despreciando a aquel que tenemos a nuestro lado, al que necesita a lo mejor de nuestra ayuda material o espiritual, y con esto no me refiero al pobre de la esquina, al mendigo de la calle, al enfermo del hospital, me refiero a tu hogar, cuantas veces en casa podemos decirnos pero yo no tengo la culpa, yo he sido bueno, él es el que busca esto, cuántas veces hemos sido fariseos que nos creemos inocentes de todo, cuando en realidad nuestra mayor culpa es no haber buscado remediar las cosas, nuestra ofensa, o simplemente nuestra indiferencia. Cuántas veces hemos oído la voz que nos pide ayuda del hermano, y le hemos dicho no, cuantas veces me he acordado de aquel con quien vivo, pero con quien ni hablo, porque es que ando muy ocupado, tengo mucho trabajo por hacer, él no tiene tiempo, ya lo intente…, cuantas veces nos conformamos con simplemente ponernos nosotros mismos esa barrera que nos detiene a actuar, que nos detiene a amar, a amar como nos amó el Señor, ese amor que tiene un nombre CRUZ. El amor del cristiano es así necedad y locura, el amor cristiano tiene cuatro características que son vitales, el amor no tiene tiempo, el amor da sin esperar recibir, el amor implica renunciar, el amor implica dolor. Dolor, porque si realmente amas y te entregas por completos, sabes decirte no por amor, saber esperar y comprender, te dolerá, pero será un dolor que será nada en comparación con aquello que sentirás al experimentar el amor.
Hoy en día son tiempos de indiferencia, donde el mundo te vende que ya nada tiene sentido, ni nada vale la pena, piensa solo en ti, tu eres importante, los demás no; que es la felicidad, el dinero, el sexo, el egoísmo, el orgullo, la soberbia, las cosas pasajeras, en que cimentamos nuestra felicidad, en aquello que es pasajero, en aquello que al final nos deja más vacios que antes.
Quieres saber dónde está la verdadera felicidad, la verdadera felicidad está en el amor, en experimentar el amor, en amar y sentirte amado, pero para amar, amar de verdad es necesario conocer a aquel es que es el amor en sí, al Señor, a Jesús, a aquel que dio su vida por ti en la cruz simplemente por una razón, porque te ama, porque tú vales tanto para él que es capaz de hacerlo de nuevo, e inclusive, día a día lo hace por ti, en la eucaristía, porque te ama tanto, y se entrega por ti, que hasta quiere estar dentro de ti, porque así es su amor, lo trasciende todo, solo experimentando este amor, conoceremos el amor, y conociendo el amor podremos amar. Pero conocer ese amor, conocer el amor implica seguirlo, seguirlo, ser su discípulo, y eso implica cambiar, dejar hábitos, tomar nuevos, implica morir para vivir, implica cruz, implica conversión.
Que este tiempo de Cuaresma nos permita eso, experimentar la conversión, date un tiempo, y busca a ese Dios que te espera con los brazos abiertos llenos de amor en la cruz, que esta pascua no sea un irnos de paseo, de campamento, de viaje, que esta Pascua sea lo que realmente es, el Paso de Jesús por tu Vida, porque Jesús pasará, como lo hace siempre, buscando que le abras tu corazón para entrar y transformar tu vida. No temas abrirle tu vida a Dios, déjate amar por El y experimentaras todo lo que tiene para ti, tú ya sabes, solo déjate amar, y decídete a vivir esta cuaresma de verdad, como lo que es, un tiempo de conversión, de amor, de amor al hermano, al necesitado.
Animo, que sí se puede, si se puede ser diferente, a pesar de que este mundo te diga lo contrario. Animo, porque dice el Señor que no ha venido por los justos sino por los pecadores, ánimo que ha venido por ti, y sobre todo por mí, porque yo soy el primero de todos los pecadores, ánimo que se puede.
Acógete a la ayuda e intercesión de María Santísima, la Madre de Dios, que él nos dejó en la Cruz, ella nos acompaña e intercede siempre por nosotros.
Antes de acabar de dejo esta pequeña letanía, una letanía de la humildad “Que los demás puedan ser más santos que yo, con tal que yo sea todo lo santo que pueda, Señor Dame la gracia de desearlo”
Que el Señor nos ayude a ser día a día, realmente, mejores cristianos para edificación de su Reino y para Gloria suya.
Dios te bendiga y proteja, siempre.
Un fuerte abrazo.