El día de hoy estamos comenzando un triduo por Pentecostés, son tres días de charlas y oración con la gente de alrededores del Seminario para prepararnos para Pentecostés, porque como sabrán este domingo la Iglesia celebra Pentecostés, y que es Pentecostés. . . pues que buen tema para reflexionar el día de hoy.
Pentecostés, la segunda mayor fiesta de la Iglesia, nosotros la celebraremos el sábado por la noche en una vigilia de las más solemnes. Pero porque tanto ajetreo, pues es que con Pentecostés, con la venida del Espíritu Santo sobre los Apóstoles y María se da inicio a la labor de los Apóstoles, en otras palabras es el inicio de la Iglesia.
Y pongámoslo así. Jesús resucito, si estamos alegre, nos ha nombrado sus apóstoles, sus pastores, nos ha dado toda autoridad, pero llegó la hora de partir, de volver a la diestra del Padre, y así asciende glorioso al cielo, pero que pena, Jesús se va, lo tenemos de forma sacramental, pero ya no en medio de nosotros como hombre, pero a la vez que honor para nosotros, un hombre, uno como nosotros, que es Hijo de Dios, que es 100% Dios, pero a la vez es 100% hombre, está a la derecha del Padre, que alegría, hay uno que ya está gozando de la eterna alegría, que ha ido por delante de nosotros a prepararnos el lugar reservado. Pero nosotros nos quedamos acá, ya sin el maestro, asustados, perseguidos, acosados, con miedo. Pero a pesar de eso no perdemos la perseverancia, nos reunimos a diario a rezar con María, la Madre de Jesús, la que nos dejó en el calvario, y un día mientras orábamos, un ruido como un trueno, una fuerte ráfaga, y desciende sobre los apóstoles el Espíritu Santo, el paráclito, el prometido, el que dijo Jesús que mandaría cuando partiera al Padre, ya no hay que temer, ya no estamos solos, estamos llenos del Fuego del Señor, ahora salimos, gritamos, pregonamos, Cristo Vive, Cristo es Señor, Cristo es Dios, Cristo es Jesús, mi amigo, mi hermano.
Es el Espíritu Santo quien me hace gritar eso, el que me hace ya no avergonzarme de decir sí soy cristiano, el que me hace salir y anunciar un Cristo crucificado, muerte, pero resucitado, Vivo. Es el que me aliente, me consuela, me ayuda y me guía, es la luz que brilla en medio de las tinieblas, es la luz que da vida.
Y que se necesita para tener este Espíritu, pues algo sencillo, pedirlo, pues como les dije la semana pasada, pidan y se les dará, pidan el Espíritu Santo y el Padre lo enviará contento de inmediato, y él destapará nuestra sordera, nos abrirá los ojos, es por medio de él que Dios actúa, es por medio de él que Dios hace milagros, es por medio de ÉL que Dios sigue en medio de nosotros en un pan.
Algo que a mí me enseñaron es que para pedir el Espíritu Santo y que él actúe en uno se necesitan cinco cosas.
1. La renuncia, a todos, decirle "Señor te entrego todo, todo lo que tengo, todo lo que soy, es tuyo Señor", eso es algo que ya hablamos la vez pasada!
2. Abrirnos al Señor, decirle "Señor te entrego mi vida, abro mi corazón a ti, tú sabes cuales son mis miedos, mis temores, mis flaquezas, hoy me abro a ti para que tú actúes en mi", eso creo que también ya hablamos e implica en humillarnos y reconocer ante Dios que necesitamos de El que solos no podemos.
3. Orar en grupo, en comunidad, en Familia. Porque dijo Jesús, donde dos o más estén reunidos, allí en medio estoy Yo, y lo que pidan en mi nombre se les dará. Recuerdan lo de la semana pasada, pedir y se os dará.
4. Pedir la ayuda de María, porque la tradición nos enseña que los apóstoles rezaban en compañía de María. Ya no está Jesús, pero esta su Madre y ella nos guía y orienta. Porque esa es su labor, como decía, creo, en otras semanas, María es más Santa no por ser madre de Dios, sino por ser cristiana de verdad, por dar testimonio, por llevarnos a Jesús. Y María nos enseña a cumplir los otros tres pasos, a abandonarnos en las manos de Dios, como ella lo hizo al aceptar ser madre de Dios, sin importarle qué sería de ella. El abrirse al Señor porque ella con corazón sincero acepto a Dios en su vida y cuando tenía la libertad de decir no, dijo Sí. Y nos enseña a orar con Jesús, por eso es ella vínculo entre Jesús y los hombre, porque así como en Canaá, ella nos dice, hagan lo que él les mande. Y claro está, ella también nos ayuda para el quinto y último paso.
5. Pedir a Dios que mande el Espíritu Santo, y que nos enseñe a orar, para que entre en nosotros, entre en nuestra vida, entre y actúe, nos renueve, y nos llene de Dios.
Y cuando hacemos esto me dirán el domingo qué es Pentecostés? Sí, es un buen momento, pero no solo en ese momento, en ese día, sino, siempre, cada día, al comenzar, al concluir, cuando nos sentimos tristes, solos, alegres, cuando buscamos algo y no lo encontramos, o queremos agradecer a Dios. Cuando queremos orar y cuando queremos simplemente su compañía. Y me dirán, pero si estoy solo, aja pues para que veas que poderosa es la acción de la Madre de Dios, que cuando oras con la ayuda de María nunca estas solo (a), sino que la tienes ella a tu lado.
Familia! A orar, y pedirle al Señor que nos dé de su Santo Espíritu, del Paráclito, del Espíritu Consolador, Renovador, de su Espíritu de Vida, de Poder, del Espíritu que es Santo y hace las cosas Santas.
Pentecostés, la segunda mayor fiesta de la Iglesia, nosotros la celebraremos el sábado por la noche en una vigilia de las más solemnes. Pero porque tanto ajetreo, pues es que con Pentecostés, con la venida del Espíritu Santo sobre los Apóstoles y María se da inicio a la labor de los Apóstoles, en otras palabras es el inicio de la Iglesia.
Y pongámoslo así. Jesús resucito, si estamos alegre, nos ha nombrado sus apóstoles, sus pastores, nos ha dado toda autoridad, pero llegó la hora de partir, de volver a la diestra del Padre, y así asciende glorioso al cielo, pero que pena, Jesús se va, lo tenemos de forma sacramental, pero ya no en medio de nosotros como hombre, pero a la vez que honor para nosotros, un hombre, uno como nosotros, que es Hijo de Dios, que es 100% Dios, pero a la vez es 100% hombre, está a la derecha del Padre, que alegría, hay uno que ya está gozando de la eterna alegría, que ha ido por delante de nosotros a prepararnos el lugar reservado. Pero nosotros nos quedamos acá, ya sin el maestro, asustados, perseguidos, acosados, con miedo. Pero a pesar de eso no perdemos la perseverancia, nos reunimos a diario a rezar con María, la Madre de Jesús, la que nos dejó en el calvario, y un día mientras orábamos, un ruido como un trueno, una fuerte ráfaga, y desciende sobre los apóstoles el Espíritu Santo, el paráclito, el prometido, el que dijo Jesús que mandaría cuando partiera al Padre, ya no hay que temer, ya no estamos solos, estamos llenos del Fuego del Señor, ahora salimos, gritamos, pregonamos, Cristo Vive, Cristo es Señor, Cristo es Dios, Cristo es Jesús, mi amigo, mi hermano.
Es el Espíritu Santo quien me hace gritar eso, el que me hace ya no avergonzarme de decir sí soy cristiano, el que me hace salir y anunciar un Cristo crucificado, muerte, pero resucitado, Vivo. Es el que me aliente, me consuela, me ayuda y me guía, es la luz que brilla en medio de las tinieblas, es la luz que da vida.
Y que se necesita para tener este Espíritu, pues algo sencillo, pedirlo, pues como les dije la semana pasada, pidan y se les dará, pidan el Espíritu Santo y el Padre lo enviará contento de inmediato, y él destapará nuestra sordera, nos abrirá los ojos, es por medio de él que Dios actúa, es por medio de él que Dios hace milagros, es por medio de ÉL que Dios sigue en medio de nosotros en un pan.
Algo que a mí me enseñaron es que para pedir el Espíritu Santo y que él actúe en uno se necesitan cinco cosas.
1. La renuncia, a todos, decirle "Señor te entrego todo, todo lo que tengo, todo lo que soy, es tuyo Señor", eso es algo que ya hablamos la vez pasada!
2. Abrirnos al Señor, decirle "Señor te entrego mi vida, abro mi corazón a ti, tú sabes cuales son mis miedos, mis temores, mis flaquezas, hoy me abro a ti para que tú actúes en mi", eso creo que también ya hablamos e implica en humillarnos y reconocer ante Dios que necesitamos de El que solos no podemos.
3. Orar en grupo, en comunidad, en Familia. Porque dijo Jesús, donde dos o más estén reunidos, allí en medio estoy Yo, y lo que pidan en mi nombre se les dará. Recuerdan lo de la semana pasada, pedir y se os dará.
4. Pedir la ayuda de María, porque la tradición nos enseña que los apóstoles rezaban en compañía de María. Ya no está Jesús, pero esta su Madre y ella nos guía y orienta. Porque esa es su labor, como decía, creo, en otras semanas, María es más Santa no por ser madre de Dios, sino por ser cristiana de verdad, por dar testimonio, por llevarnos a Jesús. Y María nos enseña a cumplir los otros tres pasos, a abandonarnos en las manos de Dios, como ella lo hizo al aceptar ser madre de Dios, sin importarle qué sería de ella. El abrirse al Señor porque ella con corazón sincero acepto a Dios en su vida y cuando tenía la libertad de decir no, dijo Sí. Y nos enseña a orar con Jesús, por eso es ella vínculo entre Jesús y los hombre, porque así como en Canaá, ella nos dice, hagan lo que él les mande. Y claro está, ella también nos ayuda para el quinto y último paso.
5. Pedir a Dios que mande el Espíritu Santo, y que nos enseñe a orar, para que entre en nosotros, entre en nuestra vida, entre y actúe, nos renueve, y nos llene de Dios.
Y cuando hacemos esto me dirán el domingo qué es Pentecostés? Sí, es un buen momento, pero no solo en ese momento, en ese día, sino, siempre, cada día, al comenzar, al concluir, cuando nos sentimos tristes, solos, alegres, cuando buscamos algo y no lo encontramos, o queremos agradecer a Dios. Cuando queremos orar y cuando queremos simplemente su compañía. Y me dirán, pero si estoy solo, aja pues para que veas que poderosa es la acción de la Madre de Dios, que cuando oras con la ayuda de María nunca estas solo (a), sino que la tienes ella a tu lado.
Familia! A orar, y pedirle al Señor que nos dé de su Santo Espíritu, del Paráclito, del Espíritu Consolador, Renovador, de su Espíritu de Vida, de Poder, del Espíritu que es Santo y hace las cosas Santas.