jueves, 20 de mayo de 2010

¿Qué se necesita para tener al Espíritu Santo?

El día de hoy estamos comenzando un triduo por Pentecostés, son tres días de charlas y oración con la gente de alrededores del Seminario para prepararnos para Pentecostés, porque como sabrán este domingo la Iglesia celebra Pentecostés, y que es Pentecostés. . . pues que buen tema para reflexionar el día de hoy.

Pentecostés, la segunda mayor fiesta de la Iglesia, nosotros la celebraremos el sábado por la noche en una vigilia de las más solemnes. Pero porque tanto ajetreo, pues es que con Pentecostés, con la venida del Espíritu Santo sobre los Apóstoles y María se da inicio a la labor de los Apóstoles, en otras palabras es el inicio de la Iglesia.

Y pongámoslo así. Jesús resucito, si estamos alegre, nos ha nombrado sus apóstoles, sus pastores, nos ha dado toda autoridad, pero llegó la hora de partir, de volver a la diestra del Padre, y así asciende glorioso al cielo, pero que pena, Jesús se va, lo tenemos de forma sacramental, pero ya no en medio de nosotros como hombre, pero a la vez que honor para nosotros, un hombre, uno como nosotros, que es Hijo de Dios, que es 100% Dios, pero a la vez es 100% hombre, está a la derecha del Padre, que alegría, hay uno que ya está gozando de la eterna alegría, que ha ido por delante de nosotros a prepararnos el lugar reservado. Pero nosotros nos quedamos acá, ya sin el maestro, asustados, perseguidos, acosados, con miedo. Pero a pesar de eso no perdemos la perseverancia, nos reunimos a diario a rezar con María, la Madre de Jesús, la que nos dejó en el calvario, y un día mientras orábamos, un ruido como un trueno, una fuerte ráfaga, y desciende sobre los apóstoles el Espíritu Santo, el paráclito, el prometido, el que dijo Jesús que mandaría cuando partiera al Padre, ya no hay que temer, ya no estamos solos, estamos llenos del Fuego del Señor, ahora salimos, gritamos, pregonamos, Cristo Vive, Cristo es Señor, Cristo es Dios, Cristo es Jesús, mi amigo, mi hermano.

Es el Espíritu Santo quien me hace gritar eso, el que me hace ya no avergonzarme de decir sí soy cristiano, el que me hace salir y anunciar un Cristo crucificado, muerte, pero resucitado, Vivo. Es el que me aliente, me consuela, me ayuda y me guía, es la luz que brilla en medio de las tinieblas, es la luz que da vida.

Y que se necesita para tener este Espíritu, pues algo sencillo, pedirlo, pues como les dije la semana pasada, pidan y se les dará, pidan el Espíritu Santo y el Padre lo enviará contento de inmediato, y él destapará nuestra sordera, nos abrirá los ojos, es por medio de él que Dios actúa, es por medio de él que Dios hace milagros, es por medio de ÉL que Dios sigue en medio de nosotros en un pan.

Algo que a mí me enseñaron es que para pedir el Espíritu Santo y que él actúe en uno se necesitan cinco cosas.

1. La renuncia, a todos, decirle "Señor te entrego todo, todo lo que tengo, todo lo que soy, es tuyo Señor", eso es algo que ya hablamos la vez pasada!

2. Abrirnos al Señor, decirle "Señor te entrego mi vida, abro mi corazón a ti, tú sabes cuales son mis miedos, mis temores, mis flaquezas, hoy me abro a ti para que tú actúes en mi", eso creo que también ya hablamos e implica en humillarnos y reconocer ante Dios que necesitamos de El que solos no podemos.

3. Orar en grupo, en comunidad, en Familia. Porque dijo Jesús, donde dos o más estén reunidos, allí en medio estoy Yo, y lo que pidan en mi nombre se les dará. Recuerdan lo de la semana pasada, pedir y se os dará.

4. Pedir la ayuda de María, porque la tradición nos enseña que los apóstoles rezaban en compañía de María. Ya no está Jesús, pero esta su Madre y ella nos guía y orienta. Porque esa es su labor, como decía, creo, en otras semanas, María es más Santa no por ser madre de Dios, sino por ser cristiana de verdad, por dar testimonio, por llevarnos a Jesús. Y María nos enseña a cumplir los otros tres pasos, a abandonarnos en las manos de Dios, como ella lo hizo al aceptar ser madre de Dios, sin importarle qué sería de ella. El abrirse al Señor porque ella con corazón sincero acepto a Dios en su vida y cuando tenía la libertad de decir no, dijo Sí. Y nos enseña a orar con Jesús, por eso es ella vínculo entre Jesús y los hombre, porque así como en Canaá, ella nos dice, hagan lo que él les mande. Y claro está, ella también nos ayuda para el quinto y último paso.

5. Pedir a Dios que mande el Espíritu Santo, y que nos enseñe a orar, para que entre en nosotros, entre en nuestra vida, entre y actúe, nos renueve, y nos llene de Dios.

Y cuando hacemos esto me dirán el domingo qué es Pentecostés? Sí, es un buen momento, pero no solo en ese momento, en ese día, sino, siempre, cada día, al comenzar, al concluir, cuando nos sentimos tristes, solos, alegres, cuando buscamos algo y no lo encontramos, o queremos agradecer a Dios. Cuando queremos orar y cuando queremos simplemente su compañía. Y me dirán, pero si estoy solo, aja pues para que veas que poderosa es la acción de la Madre de Dios, que cuando oras con la ayuda de María nunca estas solo (a), sino que la tienes ella a tu lado.

Familia! A orar, y pedirle al Señor que nos dé de su Santo Espíritu, del Paráclito, del Espíritu Consolador, Renovador, de su Espíritu de Vida, de Poder, del Espíritu que es Santo y hace las cosas Santas.

jueves, 13 de mayo de 2010

Al que llama se le responde. El que busca encuentra

Bueno como les comente, ya soy Pre Novicio, la ceremonia fue sencilla pero bonita, se nos dio el Pin con el logo de la orden, ya algunos lo vieron, . . . otros no, pero bueno.

Bueno, veamos, que es el pre noviciado, se preguntaran. Es un paso en el cual uno pide ingresar oficialmente, osea el aspirantado no es oficial, a la Comunidad religiosa. A partir de ese momento y como yo entregue una carta de petición de ingreso en la cual pido LIBRE Y VOLUNTARIAMENTE, desde ahora legalmente pertenezco a la Orden. Aunque claro, para la Orden aún yo no pertenezco jajaja, ya que eso es después de la profesión. Pero bueno, muy bonita la Ceremonia. Que rápido se pasa el tiempo, hoy pre novicio, mañana novicio, pasado profeso, luego solo Dios sabe que nos tiene preparado, pero se los aseguro es algo grande, porque Dios, solo sueña en grande.


Y recuerdan la parabola del juez injusto y la viudad, que decía:

También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar, diciendo: Había en una ciudad un juez, que ni temía a Dios, ni respetaba a hombre. Había también en aquella ciudad una viuda, la cual venía a él, diciendo: Hazme justicia de mi adversario. Y él no quiso por algún tiempo; pero después de esto dijo dentro de sí: Aunque ni temo a Dios, ni tengo respeto a hombre, sin embargo, porque esta viuda me es molesta, le haré justicia, no sea que viniendo de continuo, me agote la paciencia. Y dijo el Señor: Oíd lo que dijo el juez injusto. ¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará en responderles? Os digo que pronto les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?”

Yo los invito una vez más, a cogernos de la Cruz de Xto y ser fieles al Señor, orad sin desfalleser! Y qué nunca nos falte la fe!

Y para que día a día tengamos más fe y no nos rindamos en este camino del Señor, que mejor ayuda que María Santísima, en este su mes, y en especial Mañana! 13 de Mayo! María esta allí para ayudarnos, auxiliarnos y consolarnos. Ella que es la Madre de Gracia, de Consuelo, del Buen Consejo, la que nos lleva a Jesús su hijo Santísimo.

En Dios esta aquello que tanto hemos buscando, y nosotros sabemos que esta allí, pero porque no buscamos allí, porque no nos atrevemos, porque nos da miedo, nos da roche, porque sabemos que Él nos pedirá algo, que le entreguemos algo o que renunciemos a algo. Familia mia, yo los invito a morir a uno por amor, por aquel que es el Amor, Cristo Jesús.

El que es el inicio y el fin de todo, aquel que un día proclamamos como nuestro Señor. Que no qde en simple palabras, porque como dice Santiago en su Carta, como se sabra que somos cristianos, pues en las obras, y que obra más sencilla que orar y pedir a tu Dios, y esperar en EL!

Animo, no tengamos miedo.

Los quiero un monton, a cada uno.

jueves, 6 de mayo de 2010

Testimonio de Eliza

Quiero compartirles este testimonio que leí la semana pasada y me impactó y quiero compartirlo con ustedes.

Eliza provenía de una familia protestante, la de los Rolls, que fundó sucesivamente la famosa industria automovilística Rolls-Royce, pero desde joven, durante su permanencia y educación en Francia, quedó muy impresionada por el ejemplar compromiso de la Iglesia católica con los pobres. En el verano del 1830, después de su matrimonio con el coronel John Francis Vaughan, Eliza, a pesar de la fuerte resistencia por parte de sus parientes, se convirtió al catolicismo.

Había tomado esta decisión con convicción y no sólo porque había entrado a formar parte de una conocida familia inglesa de tradición católica. Los antepasados Vaughan, durante la persecución de los católicos ingleses bajo el reino de Isabel I (1558-1603), habían aceptado la expropiación de los bienes y la cárcel en lugar de renunciar a su fe. Courtfield, la residencia originaria de la familia del esposo, durante las décadas del terror, se volvió un centro de refugio para sacerdotes perseguidos, un lugar donde en secreto se celebraba la Santa Misa. Desde entonces pasaron casi tres siglos, pero nada cambió en el espíritu católico de la familia.

Convertida en lo profundo del corazón, llena de celo, Eliza propuso al marido dar sus hijos a Dios. Esta mujer de elevadas virtudes rezaba cada día durante una hora delante del Santísimo Sacramento en la capilla de la residencia de Courtfield, pidiéndole a Dios una familia numerosa y muchas vocaciones religiosas entre sus hijos. ¡Fue atendida! Tuvo 14 hijos y murió poco después del nacimiento del último hijo en 1853. De los 13 hijos que vivieron, entre los cuales ocho varones, seis se ordenaron sacerdotes: dos en órdenes religiosas, un sacerdote diocesano, uno obispo, un arzobispo y un cardenal. De las cinco hijas, cuatro fueron consagradas religiosas. ¡Qué bendición para la familia y cuáles efectos para toda Inglaterra!

Todos los hijos de la familia Vaughan tuvieron una infancia feliz, porque en la educación su santa madre poseía la capacidad de unir de manera natural la vida espiritual y las obligaciones religiosas con las diversiones y la alegría. Por voluntad de la madre, formaban parte de la vida cotidiana la oración y la Santa Misa en la capilla doméstica, como también la equitación y los juegos. Los hijos no se aburrían cuando la madre les contaba la vida de los santos, que lentamente se volvieron para ellos íntimos amigos. Eliza se hacía también acompañar por los hijos durante las visitas a los vecinos enfermos y a los que sufrían, para que pudieran en estas ocasiones aprender a ser generosos, a realizar sacrificios, a donar a los pobres sus ahorros o los juguetes.

Ella murió poco después del nacimiento del decimocuarto hijo, John. Dos meses después de su muerte, el coronel Vaughan, convencido que ella había sido un don de la Providencia, escribió en una carta: “Hoy, durante la adoración, agradecí al Señor, porque pude devolverle mi amada esposa. Le abrí mi corazón con gratitud por haberme donado Eliza como modelo y guía; a ella me une todavía un vínculo espiritual inseparable. ¡Qué consuelo maravilloso y cuánta gracia me transmite! Todavía la veo como siempre la vi delante de Santísimo, con su pura y humana gentileza, que le iluminaba el rostro durante la oración”.
Obreros en la viña del Señor

Las numerosas vocaciones en el matrimonio Vaughan son realmente una insólita herencia en la historia de Gran Bretaña y una bendición que provenía sobre todo de la madre Eliza. Cuando Herbert, el hijo mayor, a dieciséis años anunció a sus padres de quería ser sacerdote, las reacciones fueron diferentes. La madre, que había rezado mucho por esto, sonrió y dijo: “Hijo mío, lo sabía desde hace tiempo”. El padre en cambio necesitó un poco de tiempo para aceptar el anuncio, porque justamente sobre el hijo mayor, el heredero de la casa, había repuesto muchas esperanzas y había pensado para él una brillante carrera militar. ¿Cómo hubiera podido imaginar que Herbert un día habría llegado a ser arzobispo de Westminster, fundador de los Misioneros de Millhill y luego cardenal? Pero también el padre se convenció pronto y escribió a un amigo: “Si Dios quiere a Herbert para sí, puede tener también a todos los otros”. Pero Reginaldo se casó, como también Francis Baynham, que heredó la propiedad de familia. Dios llamó también a otros nueve hijos de los Vaughan. Roger, el segundo, fue nombrado prior de los Benedictinos y más tarde el muy querido arzobispo de Sydney en Australia, donde hizo construir la catedral.
Kenelm se consagró como cisterciense y más tarde sacerdote diocesano. Giuseppe, el cuarto hijo de los Vaughan, fue benedictino como su hermano Roger y fundador de una nueva abadía.
Bernardo, quizás el más vivaz de todos, que amaba mucho la danza y el deporte y que tomaba parte en todas las diversiones, se hizo jesuita. Se dice que el día anterior a su ingreso en la orden, participó en un baile y le dijo a su pareja: “Esto que hago con usted es mi último baile porque me convertiré en jesuita!”. Sorprendida, la joven exclamó: “¡Pero por favor! Justo usted que ama tanto el mundo y baila maravillosamente quiere convertirse en jesuita?”. La respuesta, si bien interpretable de varios modos, es muy bonita: “Justamente por esto me entrego a Dios!”. John, el más joven, fue ordenado sacerdote por el hermano Herbert y más tarde fue obispo de Salford en Inglaterra. De las cinco hijas de la familia, cuatro se consagraron religiosas. Gladis entró en la orden de la Visitación,
Teresa fue religiosa de la Misericordia, Claire religiosa clarisa y Mary priora de las Agustinas. También Margareta, la quinta hija de los Vaughan, hubiera querido ser una religiosa, pero no le fue posible por la frágil salud. Sin embargo ella vivió en casa como consagrada y transcurrió los últimos años de su vida en un monasterio.

Hoy pues para acabar les quiero hacer una invitación especial para orar por los sacerdotes y por las vocaciones. Por aquellos que ya son sacerdotes, jovenes y ancianos; aquellos que son fieles a Dios, y aquellos que ya no. Aquellos que aun ejercen su ministerio, y aquellos que lo olvidaron. Aquellos que ya lo son, y aquellos que se forman. Aquellos que ya murieron, y aquellos a que aún disiernen.

Para que cada día Dios bendiga y santifique a sus Sacerdotes, y por el aumento, perseverancia y santidad de las vocaciones a la vida relgiosa y sacerdotal. "La mies es mucha y los obreros pocos. Rogad, pues, al Dueño de la mies que envié obreros a su mies". (Mt 9, 37b- 38).

Nada me despido, a seguir a delante solo por ÉL, Él debe ser nuestra única motivación, fuerza, razón, porque todo lo considero basura en comparación a Él, como dijo San Pablo.