Cuando vemos al Cristo de Pachacamilla, que vemos, una imagen más de un Cristo crucificado. Hoy que pude estar frente a la imagen, contemplándola y orando, me di cuenta de algo sencillo, pero importante, y es justo lo que nos dice el Evangelio de mañana: “Tanto amó Dios al mundo que envió a su Hijo único” para que todo el que tenga fe en él se salve y tenga vida y vida eterna.
Y creo que en esto radica el misterio del cristiano, y es algo que les he venido repitiendo estas semanas. Es la cruz la máxima demostración de amor, que ha tenido el Señor para con nosotros, y es a la cruz a donde él nos llama, a que nosotros podamos dar la vida también, por él, por los que nos rodean, por los que más queremos, e incluso por los que no.Acabo esta pequeña reflexión repitiendo las palabras del evangelio, “Tanto amó Dios al mundo que envió a su Hijo único”. Ánimo, no se desalienten y sigamos en esta carrera hacia el Señor, guiados siempre de la mano de María, en la ruta de la Caridad, del amor verdadero.
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