miércoles, 29 de septiembre de 2010

La fe, la confianza y la sinceridad

Sé que ustedes no están felices sin su reflexión semanal, porque yo se que con mucho anhelo esperan todos los miércoles tan solo para leer completita la reflexión… sí que más… pero bueno, igual, lo hare =)

Como siempre pues, viene el dilema, de que les pueblo hablar, así que, ¡se me ocurrió hacer una continuación del tema anterior! La otra vez hablamos de la oración, ¡algo elemental de la vida cristiana! Y hablamos sobre tres cosas muy importantes, y ¿por qué no? Indispensables. La fe, la confianza y la sinceridad.

Hay tres maneras, por decirlo así, clásicas y sencillas, pero elementales en la Oración, que creo que se los he dicho ya antes, pero que ahora quiero recordar. La entrega, la acción de gracias y la petición. Para ello recordemos, es necesario orar, orar es hablar, dialogar con un amigo, con Dios, con el mejor de los amigos, y uno con los amigos de verdad es sincero, confías en tu amigo, y que mejor amigo que Dios. Y ahora, fe, fe en Dios, y como nos dice la Carta a los Hebreos, la fe es seguridad de lo que se espera y prueba de lo que no se ve. Pero creo que antes de analizar si tenemos esto en nuestra oración, creo que es importante detenernos un momento y autoanalizarnos, entrar dentro de nosotros. ¿Oramos? ¿Nos comunicamos con nuestro amigo, nuestro Padre, nuestro Dios?

Dice San Agustín. Muchos claman a Dios por la salud de los suyos, por la estabilidad de la casa, por la felicidad material, o por su misma salud corporal, que es el patrimonio de los pobres. Pero ¿Cuántos claman al Señor por Él mismo? Muy pocos. Sin embargo, es injusto desear cualquier cosa del Señor y no desearle a Él mismo. ¿Puede, acaso, la donación ser preferida al donante? In ps. 76,2.

Cuando oremos, tengamos la fe, confianza y sinceridad necesaria para con nuestro Dios, nuestro Padre, nuestro amigo. Entreguémosle al Señor todo lo que queremos que el Señor bendiga y lo que Él nos pide. Agradezcamos por cada cosa que el Señor nos regala y nos da, bueno y hasta malo. Y pidamos con fe, con confianza, con sinceridad. Y como dice San Agustín Cuando pidas a Dios dinero, posición social o ventajas materiales, no piensas en Él como el garante de tus deseos, sino como compañero de tu ambición. In ps. 85, 8.

Algo pequeño para acabar Cuando lees la Biblia, Dios te habla; cuando rezas, tú hablas a Dios. In ps. 85, 7.

Hablemos con Dios y dejemos que él nos hable, hoy y siempre, es en la oración, en esa intimidad con el Señor donde lo conocemos más, y lo amamos de verdad.

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