martes, 11 de octubre de 2011

¿Qué es lo que uno busca en esta vida?

Dentro de cada uno de nosotros está inscrito esa ley natural dada por Dios, fuimos creados a su imagen y semejanza, imagen y semejanza en el sentido que nuestros actos, al igual que los de Dios, implican Libertad y Razón, pero a la vez voluntad, deseo de hacerlo. Por el bautizo se nos concedió una dignidad especial, la de poder ser llamados Hijos de Dios, entonces nosotros poseemos libertad y razón y a la vez la dicha de poder ser llamados hijos de Dios.

¿Qué es lo que uno busca en esta vida? Dinero, títulos, fama, respeto, pero si nos damos cuenta al final lo que todos buscamos es una cosa, y si buscamos esas cosas es porque pensamos que en esas cosas está lo que realmente buscamos, y esa es la felicidad. El fin del hombre es la felicidad, y solo la alcanzaremos viviendo virtuosamente, y no entendamos virtud como habilidad o valor, el vivir virtuosamente debe para el cristiano vivir como un santo, y si suena cucufato, pero ese es nuestro medio para alcanzar nuestro fin. No se salva el curita, la monjita, o el frailecito, el único que se salva es el SANTO, es aquel que de verdad se la cree.

Tu felicidad nunca está en tus bienes, en tus títulos, en tus glorias terrenas, tu felicidad solo la encontrarás en él. ¿Qué buscas, a qué tiende tu vida?

Si por un momento analizamos las cosas, nos daremos cuenta aquello que nos dice San Agustín, y cosa a la cual también han llegado muchos filósofos de diversas religiones, y es que lo que uno realmente busca es una felicidad que nunca encontraremos en las cosas terrenas sino, ahora sí, como dice San Agustín, “nos hiciste Señor para ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti”.

Es tiempo de buscar ser felices, y felicidad que podemos gozar desde ya en la esperanza de la gloria futura. Implicará sacrificios, y desde luego, cruz. Pero nunca olvidemos que allí no acaba, sino acabará todo en la Gloria. Lo importante al final no es cuanto caigas, sino cuanto te levantes, cuanto busques luchar. No podemos permitirnos más mediocridad, creemos ser felices porque tenemos un trabajo bueno, y nos justificamos diciendo, es que si no lo hago no como, cuanto nos preocupamos por llenar la pansa de un pan terreno que no salva, cuando al final nuestra alma gime y clama por ese pan, ese divino manjar, que todo lo sacia, “porque al que tiene fe, solo eso le basta”.

De qué nos sirve hermanos transcribir estas lindas palabras si al final no resuenan en nuestros corazones, no podemos permitirnos más ser hipócritas, ser los fariseos del siglo XXI, la Iglesia está llena de cristianos light, cristianos de títulos, de calienta bancas en las iglesias, de gente que cree que porque va a misa ya es bueno, la misa no te hace bueno, lo que hará bueno es que de verdad lo desees, que esperes con ansias el domingo, la hora esperada para poder encontrarte con tu Señor, y lo más importante, el poder recibirlo dentro de ti, y experimentes ese milagro que quiere hacer contigo.

Danos Señor la fe que nos falta, danos el amarte. Es tiempo de levantarnos, de dejar de engañarnos, es tiempo de buscarte a ti, aquel que cambia corazones, aquel que hace milagros, Tu Señor que quieres hacer uno conmigo, aquí estoy, te abro mi corazón y mi vida. Ven y lléname de ti. Amén.

Animo, que la esperanza no defrauda, y aunque perdamos con Chile no importa sabemos cuánto valemos, valemos el precio de la Sangre de Cristo.
Somos sus hijos y estamos llamados a ser grandes!

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