El saber estar agradecidos, y justo es algo que aprendí hoy, estaba con dolor, malestar, quería dar mi examen e irme a la casa porque estaba con mis dolores, pero comprendí algo tan valioso. A mi me dolía, o mejor me duele, la cabeza, las piernas (como si hubiese corrido) y el estomago, y me puse a pensar. Pero a Jesús le destrozaron la cabeza, colocaron una corona de púas que cuanto lo habrán hecho sufrir. Sus piernas temblaban y de estremecían ante los azotes y el peso de la cruz. Todo su cuerpo fue azotado y produjo heridas muy profundas, peores seguro que cualquier retorcijón... y a pesar de su dolor, su cansancio, seguro sus ganas de irse a su casa y dejarlo todo. No lo hizo, no gritó, no se quejó, no dijo nada. Porque él era capaz de todo, simplemente porque nos amaba. Y me decía, mira cuanto soporto él, y los mártires de la Iglesia que dieron su vida por Cristo. Y me decía, y así quiero consagrarme a Dios, cuando con un malestar físico, no puedo, me quejo, me canso. Y fue eso lo que me dio las fuerzas, el comprender el valor, el dejar de quejarme porque con esto no arreglaba nada, el entregarle al Señor mi malestar, para que mi dolor físico sea una oblación y una alabanza para él. Y saben que fue lo mejor de todo, que él no me dejó solo, no me defraudó, me ayudo, me levanto, me tomó de la mano y me ayudo a cargar mi cruz, porque es en ese momento, cuando estas solo, cuando parece que el mundo se te viene abajo, cuando ya no quieres saber nada, cuando te quejas, cuando quieres pegarle a alguien, que aparece él, o mejor, nos damos cuenta que ha estado a nuestro lado siempre, y vemos su mano extendida que te dice, no temas pequeño, que aquí estoy yo para ayudarte, porque yo ya sufrí todo esto por ti en la cruz, y ahora, ahora déjame cargarte y ayudarte a seguir.
Sepamos ser agradecidos con el Señor y entregarle todo y abandonarnos a él, porque como dice el salmista, "En ti Señor confié, y no me veré defraudado para siempre" porque el Señor nunca nos deja solos.
Gracias Jesús Bendito, por mi vocación, por mi comunidad, mi familia. Gracias porque en estos 21 años de vida nunca me has dejado solo, sino que me has cuidado, me haz protegido y me has preservado. Porque donde estaría yo, que sería de mi vida, y no estuvieras tú. Gracias mi Señor por todo lo que me das, lo bueno y lo malo. Y porque tu velas por mí, y por los míos.
Gracias, Padre Amado, gracias.
Sepamos ser agradecidos con el Señor y entregarle todo y abandonarnos a él, porque como dice el salmista, "En ti Señor confié, y no me veré defraudado para siempre" porque el Señor nunca nos deja solos.
Gracias Jesús Bendito, por mi vocación, por mi comunidad, mi familia. Gracias porque en estos 21 años de vida nunca me has dejado solo, sino que me has cuidado, me haz protegido y me has preservado. Porque donde estaría yo, que sería de mi vida, y no estuvieras tú. Gracias mi Señor por todo lo que me das, lo bueno y lo malo. Y porque tu velas por mí, y por los míos.
Gracias, Padre Amado, gracias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario